lunes, 15 de diciembre de 2008

LA CHICA DE LA FÁBRICA DE CERILLAS (1990)




La película con este título tan de cuento, es del genial Aki Kaurismäki, responsable de otras grandes películas como Luces al atardecer, El hombre sin pasado, o Nubes pasajeras. Esta última no la he visto, pero todas estas que he mencionado siguen la misma línea de austeridad en el trato interpersonal, cosa que me hace un poco de gracia en el fondo. Se que todas estas críticas, si es que se las puede llamar así, no tienen nada de formal, y que el 90% del contenido son opiniones mías, pero bueno, cuando aprenda a hacer críticas de cine en mi maravillosos paso por la maravillosa carrera de Comunicación Audiovisual, espero mejorar (y también como persona).

La chica de la fábrica de cerillas es una película bastante corta, ya que ni siquiera dura una hora y media, si no unos aprovechados 69 minutos. Realmente no sé si por ser finlandés, Kaurismäki hace ese frío reflejo de sus personajes, o hay alguna otra razón, o es que en realidad está siguiendo unos clichés, o es que verdaderamente son así (o, o, o…..) La verdad es que me sorprenden las reacciones tan insulsas de sus personajes en las películas, aunque creo que se pueden tomar por el lado bueno y pensar: “Bueno, es una característica de sus películas.” Supongo que hay que pensarlo de ese modo, porque si no, no se concibe como pueden ser tan sumamente sosos esos hombres barra mujeres.

La música que se puede escuchar, aunque tan solo en muy pocos momentos de la película me ha gustado mucho. Es música balcánica, que me hizo recordar a bandas como Gogol Bordello o incluso Beirut, aunque distan bastante uno de otro, pero me refiero a que tienen ese deje de música folklórica de los Balcanes que tanto me gusta.
La fotografía es de Timo Salminen, y no es precisamente un timo (ac, ac…) porque creo que está bastante bien (siempre desde mi humilde opinión). Son colores fríos y ambientes muy austeros, con una luz bastante neutra, y que pretende pasar desapercibido, tanto los personajes como el entorno. Los personajes están ahí, pero no se sabe muy bien si realmente quieren estar ahí. La iluminación me parece muy acertada dándole a cada escena esos colores que parece que solo existían durante la Guerra Fría…

La película está protagonizada por la musa de Kaurismäki. Así como Bergman se recreaba en los personajes de la bella actriz Liv Ullmann, este director nos presenta a Kati Outinen en la mayoría de sus películas, por no decir en todas, con un papel de mayor o menos importancia. De hecho, en las otras películas que he visto aparece de la nada, como cajera del supermercado al que acude el protagonista o en otro lugar espontáneo. Es una mujer con una cara realmente característica, y que representa en sus rasgos todo lo que Kaurismäki quiere representar en el celuloide.

Es una co-producción entre Finlandia y Suecia. La sinopsis (bieeeeen, podía haberlo puesto antes…) la copio directamente de Filmaffinity: Una joven solitaria trabaja una fábrica de cerillas realizando las más rutinarias tareas en las máquinas. Cuando llega a casa debe soportar a su perverso padrastro y la falta de cariño de su madre. Por las noches sale a bailar intentando divertirse y encontrar pareja, pero nunca tiene mucha suerte.
Y la verdad es que no. Que la pobre mucha suerte no tiene, pero oye, la película ha quedado genial. Creo que merece la pena verla, y trasladarnos a un frío barrio, muy humilde, de la también fría Finlandia, y sumergirnos en la posguerra fría. Todo es frío, como veis. Pero la película te despierta una pequeña llamita en el interior. Para bien, o para mal…


Gracias.


Os dejo una escena, muy maja ella: http://www.youtube.com/watch?v=6ItS8uvztr0

lunes, 8 de diciembre de 2008

Happy Together (1997)



Esta mañana, yendo a la facultad qué sorpresa la mía al encontrarme de repente un cartel gigante en el metro de My blueberry nights, la película de Wong Kar-Wai que debería haberse estrenado hace un montón de tiempo, teniendo en cuenta que así se hizo en el Festival de Cannes del 2007.
Una vez delante del ordenador, pensé que podía hacer la crítica de esa misma película, ya que pude verla hace un tiempo por obra y gracia de las nuevas tecnologías (eso de que si eres legal… eres legal). Pero ¡no! No lo haré. No quiero fastidiar películas a nadie si es que (si alguien realmente me lee en algún día futuro) os apetece un puente de cine, y os da por ver esa. No quiero que la gente vaya prejuzgando cosas, y además porque, he de apuntar, que no es de las que más me gusten de ese director, precisamente.
Creo que se ha dejado llevar demasiado por los recursos que ha utilizado hasta ahora, haciéndola un poco predecible por momentos. ¡Ya está, tuve que decir algo! ¡Lo siento!

Borrón y cuenta nueva. Me lanzo a decir alguna sandez acerca de Happy together, una película de 1997, que aborda el tema homosexual de una forma muy sutil y nada generalista a mi parecer. Realmente no sé muy bien qué apuntar sobre ella, ahora mismo no tengo acceso a Internet y me limitaré a hacer una crítica sin demasiado peso objetivo y sin demasiados datos técnicos.

La fotografía me parece increíble, una vez más. Wong Kar-Wai tiene un ojito derecho en el mundo de dirección de fotografía, y ése es Christopher Doyle, un mago de la luz, un poeta de los ambientes íntimos, un visionario de las atmósferas cálidas y preciosas.

La pareja es un te quiero pero no. Con los típicos problemas que pueden vivir dos personas que están juntas, Kar-Wai los desplaza a un nivel superior y te lo transmite a la perfección. Sabes que ellos se quieren. Pero hay algo que les impide tener continuidad.
Con reminiscencias románticas (pero no de amor, si no del siglo XIX), nos lleva a paisajes exóticos, donde podría hallarse la solución a todo. Nos recrea en una imágenes impresionantes de unas cataratas. Y, como excepción en toda su filmografía que suele rodarse en Hong Kong, en esta película nos traslada a los parajes más sórdidos a veces y más alejados otras, de la Argentina profunda, envolviéndonos en tangos de Astor Piazzola, y barrios en la noche.

El protagonista se aferra a recuerdos materiales, y paisajes en los que nunca estuvo, pero que siempre quiso ver junto a la persona que probablemente más quiere en el mundo.

Una especie de vacío te rodea mientras ves la película, e incluso después, cuando saca el DVD de la ranura del portátil. Quiero ir a Argentina, quiero gritar a Wong Kar-Wai que amo sus películas.

Gracias por leerlo.